Entrevista con el Vampiro by Anne Rice

Entrevista con el Vampiro by Anne Rice

autor:Anne Rice [Rice, Anne]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 1976-04-12T05:00:00+00:00


TERCERA PARTE

Creo —reinició su relato el vampiro— que el mismo nombre de París me trajo un soplo de placer que fue extraordinario, un alivio tan próximo al bienestar que me sorprendí no sólo de poder sentirlo sino de haberme olvidado casi de esa sensación.

»Me pregunto si puedes comprender lo que significó. Mis palabras no lo pueden expresar ahora porque lo que París implica para mí es muy diferente de entonces, de aquellos días, de aquella época; pero aun ahora, cuando lo recuerdo, siento algo parecido a la felicidad. Y ahora tengo más razones que nunca para decir que la felicidad no es lo que jamás llegaré a conocer ni lo que mereceré conocer. No obstante, el nombre de París me hace sentirla.

»A menudo la belleza mortal me duele y la grandeza mortal me puede llenar con esa añoranza que sentí con tanta desesperación en el Mediterráneo. Pero París me acercó a su corazón, y me olvidé por completo de mí mismo. Me olvidé de esa cosa condenada y sobrenatural que andaba con una piel mortal y unas vestimentas mortales. París me abrumó y me iluminó y me recompensó con más riquezas que cualquier promesa.

»Era la madre de Nueva Orleans: comprende eso primero; le había dado su vida a Nueva Orleans, y era lo que Nueva Orleans había tratado de ser durante mucho tiempo. Pero Nueva Orleans, aunque hermosa y desesperadamente viva, era también desesperadamente frágil. Había algo salvaje y primitivo para siempre, algo que amenazaba su vida exótica y refinada tanto desde adentro como desde afuera. Ni un centímetro de esas calles de madera, ni un ladrillo de esas atestadas casas españolas habían sido traídos de la fiera intemperie que rodeaba eternamente a la ciudad, lista para tragársela. Los huracanes, las inundaciones, las fiebres, la plaga y los pantanos de Luisiana trabajaban, incesantes, en cada tabla martilleada, en cada fachada de piedra, de modo que Nueva Orleans siempre parecía como un sueño en la imaginación de su populacho ansioso, un sueño mantenido intacto por una voluntad colectiva y tenaz, aunque inconsciente.

»Pero París, París era en sí misma una totalidad, pulida y modelada por la Historia; así parecía en aquella época de Napoleón III, con los edificios con sus torres, sus imponentes catedrales, sus grandes avenidas y sus antiguas callejuelas medievales: tan vasta e indestructible como la misma naturaleza. Ella todo lo abarcaba. Su población volátil y encantada llenaba las galerías, los teatros, los cafés, dando vida, una y otra vez, al genio y la santidad, la filosofía y la guerra, la frivolidad y el arte más bello; de modo que parecía que todo el mundo fuera de ella estuviera a punto de hundirse en la oscuridad y todo lo que era hermoso y esencial podía llegar allí a dar su mejor fruto. Incluso los árboles majestuosos que agraciaban y protegían sus calles estaban a tono con ella. Y las aguas del Sena, contenidas y hermosas mientras pasaban por su corazón. Y la tierra en ese lugar, tan formada por la sangre y la conciencia, parecía haber dejado de ser la tierra y haberse convertido en París.



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